Que los músicos suelen ser unos bichos raros, no es una novedad. Que comparten personalidades, gustos, actitudes, modas y hasta horarios (nocturnos, por lo general) tampoco pilla a nadie por sorpresa. Supongo que forma parte de esa idiosincrasia que caracteriza a las personas que son creativas y originales. El dedicar parte de tu vida al aprendizaje e interpretación de un instrumento, y fusionarlo con otros intérpretes e instrumentos, te hace ver la vida desde otra perspectiva. Te hace más abierto, tolerante y consciente del trabajo en equipo. Esa es la grandeza de la música: hablar un mismo idioma aunque no compartamos nada de lo demás.
Pero ante los calores sofocantes y la cultura estival de conciertos de terracita, vuelvo a comprobar con escepticismo la historia de todos los años. El cómo ciertos músicos se mimetizan los unos con los otros con el fin de sacar unos ahorrillos con el éxito ajeno. Grupos bienintencionados que hacen las delicias de los clientes tocando versiones de revisiones pop – rock – punk – folk (por lo general de los sobrevalorados 80, aunque no se descartan recreaciones de dudoso gusto de música diversa). Por lo general, son las mismas formaciones que perpetúan y machacan su repertorio año tras año. Además comparten componentes con formaciones similares las cuales a su vez comparten repertorio de fácil ensayo, creando un endogámico entramado de intérpretes locales. Versiones más o menos pegadizas de éxitos de ayer, hoy y siempre que nos rememoran con nostalgia la exuberancia de nuestra juventud ya perdida.
Por favor, no me malinterpretéis. No creo que haya nada de malo en estos grupos. Cumplen su cometido y su objetivo es legítimo. Además estas fechas no son propicias para asimilar cosas más elevadas. Supongo que los clientes del bar prefieren escuchar algún tema pegajoso de Tequila que las Variaciones Goldberg de Bach. Y de paso se echan unos bailes porque cuando se está con la familia y amigos en la terraza al fresco, lo que menos importa es la calidad musical de fondo. Comentándolo con Javier Rodas, amigo y excelente guitarrista con un gusto musical extraordinario, decía que en su grupo optaron por tocar versiones (aunque la puesta en escena de su grupo cover Four Sticks es espectacular y altamente recomendable, todo hay que decirlo), ya que la gente no muestra interés por escuchar temas propios. Ni nuevos. Quieren oír estribillos familiares y estructuras de fácil digestión y no salir de su zona de confort.
Esa es la grandeza de la música: hablar un mismo idioma aunque no compartamos nada de lo demás.
Es una pena que tengamos que escuchar siempre la misma sonata. La evolución lógica de la música es su constante reinvención y actualización. Si un grupo quiere llevar en directo sus propios temas, tienen todo mi respeto y atención porque estaré dispuesto a darles una oportunidad. Y una escucha atenta. A eso, yo me apunto. Algo debemos estar haciendo mal cuando músicos con largo bagaje son incapaces de montar un repertorio que no perturbe la, cada vez más mermada, capacidad de atención de la audiencia. De su tiranía por lo conocido y falta de riesgo por la novedad o distinta puesta en escena.
Slow Movement, Four Hands Project
Desde Four Hands Project queremos reivindicar a todos aquellos músicos que se atreven a marcar la diferencia y creer fielmente en su propia creación o incluso en la revisión de la obra de otros creadores desde otro ángulo. Interpretarlo con valentía en directo y sentirse orgulloso de ello. Aunque resulte extraño y fuera de lo común, siempre va a haber alguien que apueste por su originalidad.
Por nuestra parte, aportaremos nuestro granito de arena con la presentación en directo de nuestro próximo trabajo, Slow Movement, a finales del mes de octubre. Dos tipos con sus cuatro manos manejando mil y un cachivaches digitales y analógicos para transmitir un sonido introspectivo. No será rock en estado puro. No será pop para volverse loco. Pero intentaremos marcar la diferencia. Os esperamos. Y esperamos sorprenderos.
Four Hands Project
Recent Comments